Chocó

CHOCÓ – Jhonny Hendrix Hinestroza

Chocó es una película que, más allá de la historia de una madre luchadora, es un grito visceral contra la violencia y la opresión que sufren muchas mujeres en las zonas rurales de Colombia. Chocó, nuestra protagonista, se enfrenta a un día a día desgarrador. Tiene que sobrevivir con un esposo alcohólico y violento, cuidar a sus hijos, lidiar con la pobreza extrema y, todo esto, sin perder de vista un solo deseo: darle a su hija una torta de cumpleaños. Esa torta, tan simple y tan deseada, se convierte en un símbolo de su amor incondicional y la lucha por mantener la dignidad en medio de la adversidad.

La violencia que vive es normalizada por quienes la rodean. La escena en la que su pareja le roba el dinero que ella había ahorrado para la torta y la golpea en plena calle es escalofriante, pero lo más aterrador es la indiferencia de la gente. Nadie interviene, nadie la ayuda, y ese silencio pesado es lo que duele más. La normalización de esa violencia, del abuso, y de la idea de que la mujer debe ser sumisa, es algo que Chocó pone en el centro de la mesa. El machismo estructural está tan arraigado que se vuelve casi invisible, aunque en la realidad es devastador.

Pero, a pesar de todo eso, Chocó no se rinde. La película nos muestra a una mujer que, aunque golpeada física y emocionalmente, no pierde su propósito. Su amor por sus hijos la lleva a darlo todo, incluso a enfrentarse a lo imposible, como lo hace al final cuando decide terminar con los abusos y arrancarle el poder a su marido de una manera simbólica y definitiva.

Desde el punto de vista técnico, Chocó tiene una narrativa muy particular. La película se siente como un documental en muchos momentos, con una cámara que no busca interrumpir, sino simplemente observar. Esto nos permite conectar más profundamente con la realidad de la protagonista. Los sonidos del río, la selva, el viento entre los árboles, todo eso crea una atmósfera tan inmersiva que casi podemos sentir la humedad de la selva y el agotamiento de Chocó mientras camina kilómetros todos los días. La fotografía también es limpia, sin adornos, mostrando la crudeza del entorno de manera honesta. La selva no es solo un fondo, es parte de la historia, tanto como los personajes.

Desde un punto de vista de producción audiovisual, Chocó es una película que tiene elementos de cine independiente, pero al mismo tiempo se mueve en un espacio donde lo social y lo político se conectan con una audiencia más amplia. Es una historia que, aunque muy localizada, tiene una universalidad que la hace relevante fuera de Colombia. Si bien no es una película de gran presupuesto ni busca la espectacularidad, se siente muy sólida en términos de su propuesta estética y narrativa. La forma en que se cuentan las cosas, con una cámara que observa sin interferir, con sonidos que son tan importantes como las palabras, hace que sea más una obra de autor, con un estilo único que busca contar una historia real y no simplemente entretener.

Chocó no sigue las reglas del cine comercial, pero sí tiene la capacidad de tocar el corazón del espectador de una manera profunda. Y aunque sus temáticas son duras, su propuesta es genuina y auténtica. A través de su independencia, la película logra hacerse escuchar y se aleja de las formas más hegemónicas del cine, apostando por una mirada más íntima y realista, que nos enfrenta con una problemática social que, aunque dolorosa, necesita ser visibilizada. En conclusión, Chocó es una película que no solo es importante desde su contenido, sino también desde su forma. Y eso, para mí, la convierte en una obra única y necesaria.

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